-¿Dónde estabas metida?
-En el trabajo
-Te llevaba esperando todo el día y…
Interrumpí- tengo ganas de descansar-puse mi dedo en sus
labios para que se callase y me dejara ir a la cama.
En cuanto toqué la cama me dejé dormir por completo, no
sabría decirte cuantas horas estuve durmiendo pero descansé como nunca. Nada
más abrir los ojos, noté como me observaban desde la silla de la habituación.
No pensé que sería él
-¿cómo entraste?
-Sigues igual de guapa como siempre, no te recordaba tan…
-¿Qué cómo entraste?-volví a preguntar
-Cuando estuvimos con la mudanza me diste una llave
-¡Oh! No me acordaba-me levanté-¿qué hora es?-busqué un
reloj por todos lados, nada
-Son las de la tarde-dijo mientras observaba el reloj de
pulsera
-¿tanto dormí?-me asombré y con las mismas me dirigí al
salón a mirar mi agenda y el móvil
Él siguió mis pasos. Nada que hacer ni llamadas las cuales
llamar… ¿ahora qué hago? Le observaba para saber lo que hacía pero se limitaba
a jugar con el bolsillo del pantalón.
-Viniste por algo
-¿No puedo verte?
- Sí, pero es raro de ti. Dime la verdad, ¿a qué viniste?
-Solo quiero pasar una tarde contigo, es todo. Vine por eso
pero estabas dormida y tu encanto me hipnotizó. Eso es todo-dijo suspirando
Me fui a vestir y en breve salí, cogí las llaves y nos
fuimos a comernos un helado…justamente a la tiendita que nos habíamos enamorado
el uno del otro. Me traía recuerdos.
-Kai ¿me sigues queriendo?-dije sin tapujos
-Si-pausó- y sé que tú a mí también
Me ahogué por lo que empecé a toser, me dio palmaditas en la
espalda. Me relajé al momento. Respiré hondo, no tuve contestación a lo que
había dicho…estaba claro que aún lo seguía queriendo pero realmente….ahora que
lo pienso, no me acuerdo porque lo dejamos y abandonamos una familia estupenda.
En medio del camino una llamada inesperada respondí
-Yeoboseyo?
-Por favor, ven…te necesito-dijo una voz entrecortada
-¿Dónde estás?-intenté parecer tranquila
-En casa-respondió y colgó
Se le notaba fatal, tenía que ir…urgente. A los pocos
minutos estaba en casa, tocando la puerta esperando a que alguien abriera, pero
resultaba que la puerta la había dejado abierta a mi espera. No me gustaba para
nada el aspecto tenebroso de la casa,
era raro, siempre tenía todo abierto y entonces en ese momento fue cuando me di
cuenta de que probablemente le había dado un brote de su enfermedad. Respiré
varias veces profundamente antes de entrar a la habitación donde se encontraba.
Por suerte tengo un don de ver algo en la oscuridad. Me senté a su lado, el
suelo estaba frío y un escalofrío recorrió mi espalda de arriba abajo.
Me quedé callada por un momento -¿qué te ocurre?-miraba al
infinito
-Gracias por venir. Necesitaba compañía-se le notaba la voz
temblosa y eso no me estaba gustando mucho- ¿cuánto hace que no nos vemos?
Siete meses. Sí, siete.
-Joon…he estado ocupada, volví a trabajar. Y ha todo no
puedo estar
-No te digo que vengas, solo que me llames. Escuchar tu voz,
me tranquiliza. Me han dado cuatro veces seguidas, por suerte los chicos no se
enteraron y no tuve que enfrentarme al médico y las malditas pastillas que lo
único que hacen es matarme-hizo una gran pausa- Eres mi antídoto
Me quedé prácticamente en shock, no pensaba que diría eso
nunca. Lo que me importaba ahora era sacarlo de esta bajóna, y poder hablar
tranquilamente sin que en algún momento corra peligro de que se vuelva contra
mí. Me levanté, comencé abrir las cortinas poco a poco hasta finalmente abrir
todas por completo y que vuelva esa alegría a la casa. Me puse delante de él
-Pasaré los próximos días contigo para que me perdones el no
haberte llamado o visto durante todo este tiempo. Y ahora quiero que saques tu
mejor sonrisa-seguía sin sonreír- venga…esa sonrisa que tanto me mata y
enamora- sonrió sin ganas. Con las mismas me tiré al suelo como si realmente me
hubiera matado esa sonrisa de verdad. Finalmente conseguí esa sonrisa por mi
espectáculo.